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dijous, 22 de març del 2012

DIAGNÓSTICO



La evaluación de los factores que influyen en los problemas de conducta y la integración de esos datos con los historiales médicos e informes anteriores permiten emitir hipótesis que reflejan múltiples factores de influencia (ej. enfermedades físicas, factores genéticos, psiquiátricos, psicológicos y el entorno social y físico). La existencia de numerosos factores causales obliga a adoptar una formulación multimodal del caso, para integrar los resultados de las distintas evaluaciones en una matriz completa con las posibles circunstancias de riesgo patológico.

Algunos autores del DC-LD (Royal College of Psychiatrists, 2001) proponen criterios de diagnóstico para problemas de conducta, describiendo varias categorías de problema de conducta que se incluyen en un marco para el diagnóstico.

 Dichos criterios son los siguientes:

a) la frecuencia, gravedad o duración.
b) el problema de conducta no es consecuencia directa de otro trastorno psiquiátrico, de la medicación o de una enfermedad física;
c) presenta uno de los siguientes rasgos:
- tiene un impacto considerable en la calidad de vida de la persona o de los demás.
- supone riesgos importantes para la salud y/o la seguridad de la persona o de los demás.
d) Es persistente y dominante.

Los autores de DC-LD distinguen entre los siguientes tipos de problema de conducta: verbalmente agresivo, físicamente agresivo, destructivo, autolesivo, sexualmente inadecuado, desafiante, demandante, de distracción, combinado, otros problemas de conducta y una combinación de varios de ellos.

Otros autores (Szymanski, 1988; Dosen, 2005b) proponen un diagnóstico integrador. En este enfoque de formulación del caso los resultados diagnósticos obtenidos de diversas fuentes se integran, como en un puzzle, en un único marco integrador, para presentar así un cuadro clínico completo. La ventaja de tal diagnóstico integrador es su carácter exhaustivo y que ofrece una visión general de los distintos aspectos, factores y procesos que influyen en la aparición de problemas de conducta y que deben tenerse en cuenta para el tratamiento y la gestión de los mismos. Una formulación del caso o diagnóstico integrador debería incluir los siguientes aspectos:

- Resultados de las distintas evaluaciones de aspectos biológicos, observaciones somáticas, aspectos neuro-fisiológicos, aspectos cognitivos y de aprendizaje, desarrollo de la personalidad, rasgos de la personalidad, necesidades emocionales básicas, problemas básicos de afrontamiento, aspectos ambientales y observaciones psiquiátricas.
- Mecanismos y dinámica de manifestación del problema de conducta, con una breve descripción de los procesos que llevan al mismo.
- Formulación de las consideraciones diagnósticas, con terminología descriptiva del problema de conducta y designación de las circunstancias subyacentes. Mencionar cualquier trastorno psiquiátrico coexistente.
- Designación de la estrategia de tratamiento basándose en las diversas formulaciones del diagnóstico.

¿CUÁNDO SE DIAGNOSTICAN LOS TRASTORNOS DISRUPTIVOS?

En los niños normales, los trastornos disruptivos se diagnostican en la edad de escuela elemental, cuando el niño tiene entre 5 y 7 años. Sin embargo, los niños pequeños con discapacidad intelectual pueden mostrar conductas desafiantes, hiperactividad motora y dificultades de atención antes de los tres años. Y los niños con predisposición temperamental pueden desarrollar conducta desafiante sin que existan problemas claros de hiperactividad o de atención. Cabe esperar un cierto grado de terquedad o de desafío en preescolares con discapacidad intelectual como el síndrome de Down que puede tratarse con un estilo de disciplina que sea firme, constante.


¿CÓMO SE DIAGNOSTICAN EN GENERAL LAS CONDUCTAS DISRUPTIVAS?

• Observándolas en casa y en la escuela.
• Analizando el ambiente social del niño a la búsqueda de los hechos que las desencadenan y de las consecuencias que se derivan de esa conducta.
• Haciendo que los padres, profesores o terapeutas dispongan de listados completos sobre la conducta y escalas de puntuación.
• Realizando una evaluación médica para buscar factores fisiológicos que sugieran un componente médico o psiquiátrico en la base del problema.
• Efectuando una evaluación del desarrollo para determinar el nivel actual de las habilidades relacionadas con la cognición, el habla y lenguaje y la autoayuda.

¿QUIÉN HA DE HACER EL DIAGNÓSTICO?

Un padre, un terapeuta o un maestro tendrán preocupaciones sobre una conducta disruptiva obvia. Un pediatra de atención primaria, o especializado en desarrollo o en conducta, puede hacer un diagnóstico firme. Si los intentos iniciales por modificar la conducta o tratar esa condición médicamente no tiene éxito, se habrá de consultar a un psiquiatra infantil, especialmente si hay síntomas fisiológicos destacados y complejos. Más importante que el hecho de que tenga credenciales específicas, es esencial que el evaluador tenga experiencia en valorar niños con discapacidad intelectual.



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